Pamela viene del Santuario La Pepa. Es súper cariñosa y sociable. Le encanta que le presten atención. Y tiene un carácter súper dulce. 🍬
Cuando amadrinas a un habitante, estás haciendo más que realizar una donación.
Le estás dando una oportunidad y creas un vínculo muy especial con él o ella.
Ser madrina significa ser su cuidadora.
Trece apareció en nuestras vidas mientras íbamos a recoger donaciones de alimento fresco. De repente alucinamos al ver a una cerdita bebé corriendo sola y despavorida por el camino de tierra.
Juana llevaba tiempo viviendo en la calle siendo cuidada por una chica, que desesperada por el estado tan grave en el que Juana se encontraba, nos contactó pidiéndonos ayuda.
Oporto llegó a La Candela junto a cuatro perros que fueron dados en adopción una vez recuperados.
Su vida es libre y está protegida por todas nosotras, que no abandonaremos nuestra lucha por ellos nunca.
MOON llegó al Santuario después de que hubieran intentado ahogarla con una soga de plástico. Nos dieron el aviso las chicas que la encontraron y llevaba varios días sin poderse levantar ni mover.
Verónica fue rescatada de la perrera de Almería a través de la asociación la Huella Roja. Tiene un menor tamaño que el resto de caballos porque es una mezcla de caballo y pony.
Es un macho de cabra enana totalmente acostumbrado a vivir con humanas, de hecho parece que aquí ha sido la primera vez que ve a otros de su misma especie😞
Ella es una vaquilla de Lidia a la que los compañeros del Santuario Refugio La Pepa encontraron sola en el campo
Pill llegó a casa de unas niñas con su hermanito, su hermanito murió y entonces la madre nos llamó para que le diéramos los cuidados que necesitaba.
Andrés es un ternero frisón que fue rescatado de la terrible muerte que le esperaba en la industria láctea.
Ha tenido la suerte de nacer en el Santuario, por lo que nunca conocerá el horror que vivió su madre.
Loki fue encontrado en medio del campo en lamentables condiciones, desechado como si fuera basura.
La recuperación de Loki está siendo dura y difícil, igual que seguramente lo haya sido su vida hasta ahora; pero, como buen vikingo que es, está luchando para recuperarse y poder disfrutar en el santuario con el resto de habitantes que en él residen.
Lidia y Matilda, madre e hija, son dos vacas frisonas que vivían en un cebadero de terneros.
La encontraron con pocos dias de vida sola y la han estado cuidando con mucho amor hasta que ha podido venir con nosotras.
Él es uno de los pocos afortunados que ha nacido en libertad y que jamás conocerá los horrores del humano ni los horrores del pasado de su madre.
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