Lo habían Maltratado brutalmente, ejecutando una práctica totalmente ilegal pero muy extendida en los entornos más rurales; habian amarrado sus patas delanteras entre si, provocándole graves y profundas heridas.
Su alma también llegó herida, su cabeza hacia abajo y sus ojos envueltos en pánico, en desolación.
Para nosotros esta es la verdadera recompensa, este es el por qué. Así de recuperado, guapo y poderoso está ahora; viviendo totalmente respetado y libre junto a los otros once miembros de la manada de equinos del Santuario.
Su mirada ha cambiado y su vida también.